Hubo en sus tiempos un gremio de esparteros, y también de cesteros, que utilizaban las fibras naturales para realizar sus trabajos. Hoy son nuevos artesanos, algunos procedentes de sagas con mucha historia en Madrid, que continúan con pasión aquellos oficios desde la modernidad. Por Silvia Roba
El mapa del viejo Madrid puede dibujarse a través de los oficios que un día desempeñaron sus habitantes. En la Edad Media existían, repartidos por la ciudad, los gremios, asociaciones profesionales formadas por quienes realizaban un mismo trabajo.
Estaban los curtidores, los cuchilleros… y los esparteros, que hoy en día dan nombre a una calle junto a la Plaza Mayor, en la cual se establecieron. ¿El motivo? Había aquí unos viñedos que pertenecían al pueblo de Fuencarral. Cuando desaparecieron, los terrenos fueron ocupados por unos valencianos que tejían esparto para hacer las esteras de las casas de la Villa. Utilizaban también fibras naturales los cesteros, los cordeleros y los cabestreros, que fabricaban con cáñamo los arreos para los animales. En la actualidad muchos nuevos artesanos se sirven de estos materiales para crear objetos decorativos, complementos y utensilios de uso diario que son puro arte.
Bambú, mimbre, ratán… Son los materiales que utiliza Javier Sánchez Medina, artesano y restaurador extremeño afincado en Madrid, para la elaboración de sus trabajos, reconocidos internacionalmente.
Todo aquí está hecho a mano, desde espejos en forma de flores, soles o estrellas, que decoran muchos de los restaurantes de moda en la ciudad, hasta sus famosas cabezas de animales, que él denomina trofeos ecológicos. En su catálogo, toros, renos, búfalos, rinocerontes, ovejas negras… trenzados en pleita y cosidos con hilo de bramante.
Javier trabaja de manera completamente artesanal, respetando el medio ambiente además de los procesos en la fabricación. En su estudio, un lugar especialmente íntimo del barrio de Malasaña, también imparte cursos para que la gente pueda sentir el placer de la artesanía, un oficio emocional. Está repleto de herramientas antiguas a las que él ha dado una nueva vida. Entre sus admiradores, el interiorista neoyorquino Nate Berkus y la actriz Sarah Jessica Parker, que de paso por Madrid descubrió su taller y se enamoró de su arte.
“Mi objetivo es rescatar la vida del pueblo, las tardes al sol con las vecinas, la dureza entrañable del campo y las horas sin prisas, con tejidos que me han acompañado desde mi infancia”. Así habla Eduardo Rodríguez Turel, que apuesta por una vuelta a sus orígenes -es de Tembleque, Toledo- y, en realidad, al mundo rural desde su tienda y taller de El Rastro.
Su materia prima son textiles muy resistentes, naturales y de larga tradición como la arpillera, un tejido áspero y grueso fabricado con cáñamo o yute, la alpujarra, de origen morisco, muy resistente, con su tradicional dibujo a rayas, o la loneta, robusta y duradera, que se caracteriza por su gran resistencia a las altas temperaturas. Con ellas hace bolsos, cestos, capazos, cojines, delantales, talegas, bolsas para el pan… Imposible resistirse.
Al frente de este negocio está la tercera generación de una familia de artesanos que, además de reparar sillas e instalar persianas, fabrica caracoleras, soplillos, alforjas o botelleros de esparto. Esta tienda es única. Y, por si alguien tiene dudas, estas son las palabras del propio Juan: “El oficio de espartero está desapareciendo, especialmente en las grandes ciudades. El esparto es un material muy difícil de trabajar y no a muchos artesanos les merece la pena seguir dedicándose a él, por eso somos muy pocos los que continuamos con el oficio en el siglo XXI”.
Además de este material aquí se trabaja con mimbre, brezo, cañas, bambú, cáñamo, ratán, anea, pita… ¿El resultado? Piezas rústicas muy especiales, que incluyen cestos y bolsos. Aunque aquí podemos encontrar muchos otros objetos con sabor rural, como sombreros de paja, maceteros, cubos de zinc, cencerros, bastones, botijos y botas de vino.
A mediados del siglo XIX el artesano Toribio Hernanz abrió muy cerca de la Plaza Mayor una tienda de alpargatas y aperos para los campesinos de los arrabales. Hoy en día en esta cordelería, fundada en el año 1845, se venden y fabrican también aperos de esparto, sí, pero estos han llegado a servir de atrezo en producciones de Hollywood como Gladiator.
En la actualidad, su producto estrella son las alpargatas, un calzado tradicional que solía proteger los pies de los obreros y que Yves Saint Laurent convirtió en un complemento de lo más chic. Tienen clientes de todo el mundo que peregrinan hasta esta histórica tienda de la calle de Toledo para comprarlas.
Su oferta incluye también cordelería, cestería en mimbre, redes para uso ornamental, sacos de yute y pita, y tejidos rústicos en fibras naturales que venden por metros, como el lino, el algodón o la arpillera. Jesús, sobrino nieto de José y propietario, despacha en el mostrador junto a sus hijos. En su tienda se siente el latir más castizo: “Quien nos visita se lleva algo más valioso, la sabiduría familiar fiel a un negocio, la satisfacción de encontrar lo genuino y esa atmósfera, aroma a yute y esparto, de lo hecho a mano”.
Silvia Roba es una periodista muy viajera, que ha recorrido el mundo para poder contárselo a los demás. Es responsable de contenidos de esMADRIDmagazine y coordinadora de Bloggin' Madrid. ¿Lo que más le gusta? Perderse por la ciudad. ¡Síguele la pista!
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