Un pequeño recinto ajardinado del centro de Madrid (con varios almendros que hacen honor al nombre de la calle) guarda una parte importante de la historia de nuestra ciudad: un potente lienzo de la muralla cristiana del siglo XII, ahora recuperado, que corresponde con parte del trazado original de la defensa que discurría entre Puerta de Moros y Puerta Cerrada.
La muralla cristiana, según los restos arqueológicos contrastados en distintas excavaciones en el área urbana intra y extramuros, se comenzó a construir tras la caída de Toledo durante el reinado de Alfonso VI y siguió su construcción coincidiendo con la inestabilidad de fronteras y dominios durante el siglo XII y primer tercio del XIII hasta el año 1212 (batalla de las Navas de Tolosa). La muralla, por lo tanto, no es unitaria en su construcción ni coetánea en todo el perímetro, como queda plasmado en el Fuero de Madrid.
El tramo de lienzo conservado en el actual solar municipal de la calle del Almendro, 15-17 se corresponde con parte del trazado original entre Puerta de Moros y Puerta Cerrada, lienzo amurallado que recorre las actuales medianeras entre la calle del Almendro y la Cava Baja. Este trazado se encuentra representado, aunque sin poder ser reconocido, en el plano de Marcelli-Witt (1622-1635), donde se aprecian las paredes de la muralla y un torreón en el interior de la manzana.
La ocupación de la zona amurallada, actualmente entre la calle el Nuncio, Costanilla de San Pedro y Almendro, en el interior del recinto, y entre Almendro y la Cava Baja en el exterior, se realizó por cesiones del concejo desde mediados del siglo XV a principios del siglo XVI con la colmatación del foso-cava.
Descubierta en 1967 tras una demolición
El inmueble que ocupaba el número 17 de la calle del Almendro fue demolido en octubre de 1967, dejando al descubierto un tramo de muralla de unos 16 metros de longitud y seis de altura media que lindaba con el edificio contiguo de la Cava Baja . Tras la demolición, el lienzo de la muralla presentaba graves signos de deterioro, cortes, interrupciones y añadidos totalmente incompatibles con su valor monumental, lo que la hacía difícilmente reconocible.
La intervención se ha realizado mediante una obra de restauración en la que se ha restituido de forma puntual el material perdido para garantizar la seguridad y la estabilidad del muro, se han repuesto los morteros de cal perdidos y se han identificado las zonas originales y sus materiales, retirándose las partes añadidas de ladrillo, chapa y uralita que coronaban la muralla, para lo que se ha dado un tratamiento superficial diferenciador a aquellas partes que no conservaban los materiales originales.
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