Real Casino de Madrid

En plena calle de Alcalá se levanta este impresionante edificio del que, desde fuera, podemos vislumbrar un magnífico y lujoso hall. Aunque los orígenes del Real Casino de Madrid arrancan en el año 1836 de un selecto grupo de tertulianos, es en 1903 cuando se adquieren los terrenos entre las calles de Alcalá y de la Aduana para levantar la actual sede, inaugurada en 1910. En 1993, el edificio fue declarado Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento.

El Real Casino es un distinguido club social cuyos socios pueden disfrutar de una gran variedad de actividades culturales y deportivas. Sus orígenes se remontan a finales de 1836, cuando un grupo de jóvenes que frecuentaban el café de Sólito, (situado frente al teatro del Príncipe y derribado años más tarde por la ampliación de la plaza de Santa Ana) decide formalizar sus encuentros y tener un lugar propio en el que reunirse. El club contó con distintas sedes hasta que se instaló definitivamente en el inmueble actual, construido para tal fin.

Actualmente, la sede del Real Casino también acoge diferentes eventos sociales públicos y privados.

El edificio es un magnífico ejemplo del eclecticismo madrileño de principios del siglo XX en el que se mezclan tendencias francesas y barrocas. En la decoración de los interiores intervinieron los mejores artistas y artesanos, destacando el gran salón de fiestas, las vidrieras neobarrocas y modernistas de Mauméjean y la escalera principal, de singular estilo modernista, que es una de las mejores de Madrid.

En su oferta gastronómica se encuentra Paco Roncero Restaurante, antes conocido como la Terraza del Casino, galardonado con dos estrellas Michelin. El diseñador Jaime Hayón es el encargado de dotar al local de un aire de lujo y modernidad acorde al estilo de su carta. Además de la cocina de vanguardia del genial Paco Roncero, el espacio sorprende con un espectacular suelo de damero en blanco y negro, imposibles lámparas de araña, espejos biselados en las paredes que multiplican el espacio, sillas de mil formas en gris-azulado, originales figuras de porcelana y un salón privado que destaca aún más si cabe por su elegancia y en el que el techo, además de contar con una lámpara impresionante, está decorado con platos pintados a mano.